Hace unos días celebrábamos el día de los periodistas. Y yo, que soy una romántica, una idealista y una loca que cree que un mundo mejor es posible, trato de hablar hoy del Periodismo que yo conocí, el Periodismo con mayúsculas, el que hacíamos cuando sólo se leía prensa en papel. Del que ya se decía que era el Cuarto Poder. Pero, ¿qué pasa con el Contrapoder que debería ejercer el Periodismo?
A los periodistas nos preocupa la búsqueda de la verdad y mantener el espíritu crítico»
No soy amiga, en absoluto, de la idea de que cualquier tiempo pasado sea mejor. Ni siquiera en estos tiempos que corren, ni pensando en aquéllos en los que yo me curtí en una redacción de tinta y papel. Porque tampoco puedo decir que se hiciera entonces un Periodismo puro, auténtico, sin influencias. Entonces, a los periodistas –como ahora– nos preocupaba la búsqueda de la verdad y mantener ante todo el espíritu crítico. Era un tiempo en el que se hacían preguntas incómodas -seguro que se siguen haciendo-; en el que ése era el gran objetivo de toda rueda de prensa: hacer sentir incómodo a quien comparecía. Y no se trataba de querer molestar, se trataba de cumplir con la obligación de poner en cuestión. Se trataba de decir en voz alta y ante las cámaras y micrófonos, todos los posibles flecos de los argumentos esgrimidos por el político o empresario de turno: buscando ese resquicio de duda, de inconsistencia, de falsedad.
Eliminar la firma del periodista de la pieza era la manera de protestar y demostrar que aquélla información podía no ser totalmente veraz u objetiva»
Luego, claro está, llegaba el momento de escribirlo. De redactar la crónica, de titularla y de lograr la aprobación del jefe de sección, del redactor jefe y en ocasiones del director. Y, a veces, llegaba también el matiz por parte de los de arriba. Recuerdo las caras de algunos de esos, cuando debían acercarse para sugerir un matiz. Se les olía el temor a lo lejos. Eran conscientes de que ponían en duda la versión escrita y firmada por el periodista. Y de que, en la mayoría de las ocasiones, acabaría con el cambio impuesto y con la firma del periodista eliminada de la pieza. Era la manera de protestar y demostrar que aquélla información podía no cumplir con los requisitos de veracidad y objetividad que debía.
El Periodismo se convirtió en el Cuarto Poder olvidándose de ser el Contrapoder, el fin para el que había nacido»
¿Qué ocurría y qué sigue ocurriendo? Que el Periodismo se había convertido en el Cuarto Poder olvidándose del fin para el que había nacido y para el que la sociedad le necesita: ser el Contrapoder. Y no, no es un juego de palabras. Y tampoco creo que sea lo que dice Pablo Iglesias sobre los medios. Porque hubo un día en el que los medios se vendieron al mejor postor: el que les sufragaba los gastos y les metía más publicidad. Ese día dejaron de existir como Contrapoder y se convirtieron en el Cuarto Poder, porque ya nunca se atreverían a morder la mano de quien les da de comer. Todas las informaciones que se publican están, eso sí, analizadas desde los objetivos estratégicos de quien paga la fiesta: si interesa se cuenta, si no se silencia. Como si no decir toda la verdad no fuera una forma de mentir…
Tratemos de despertar el espíritu crítico de la sociedad: no todo lo que se cuenta es siempre toda la verdad»
Y, entre tanto, quienes pierden son los ciudadanos de a pie: aquéllos que creen en la veracidad y objetividad de lo que les cuentan. Probablemente sólo crean noticias contrastadas, no fake news, pero ni siquiera con esos criterios se puede garantizar que la información que reciben sea completamente veraz y objetiva. Es por esto mismo por lo que los medios de comunicación deberían ser considerados un bien de interés público y ser financiados como tal: no depender de la inyección en publicidad que le venga de ningún grupo de poder. Pero eso es ya otro debate… Tratemos mientras tanto al menos de despertar el espíritu crítico de toda la sociedad: no todo lo que se cuenta es siempre toda la verdad.
No puedo estar más de acuerdo con Elena Barrios… desgraciadamente llevamos años educando a la sociedad en la desinformación o información sesgada, a los estudiantes en meros reproductores de temarios sin espíritu crítico, y eso nos lleva a una sociedad sin necesidad de cuestionamiento de nada, Tuve la fortuna de vivir una educación con un ramillete de vocacionales profesores cuyo objetivo era enseñarnos a pensar, a cuestionar, a investigar y sacar nuestras individuales conclusiones. Ojalá, periodistas de tu talla, sigan teniendo voluntad de voz crítica y podamos seguir leyéndoles, aprendiendo y cuestionando. Mil gracias